LETRAS Y
LEYENDAS

Era la víspera de Navidad en la pequeña casa de la familia García. A pesar de su situación económica, la casa estaba llena de amor y calidez. Los niños, Pedro y María, estaban emocionados, no por los regalos, sino por la llegada de la Navidad.

La madre, Carmen, estaba en la cocina, preparando una modesta cena navideña con lo poco que tenían. El padre, José, estaba en la sala, contando historias navideñas a los niños. A pesar de la falta de riqueza material, la familia García estaba llena de riqueza espiritual.

En medio de la cena, hubo un golpe en la puerta. José fue a abrir y encontró una caja en el umbral. Dentro de la caja había comida, ropa y juguetes. La familia García estaba asombrada y agradecida por este acto de bondad.

Aunque no sabían quién había dejado la caja, agradecieron en sus corazones a este desconocido benefactor. Esa noche, la familia García tuvo la cena navideña más memorable de todas.

Después de la cena, los niños se acurrucaron junto a la chimenea, escuchando atentamente mientras José les contaba la historia del nacimiento de Jesús. A pesar de la pobreza, la casa estaba llena de risas y alegría.

Mientras los niños se quedaban dormidos, Carmen y José se quedaron despiertos, reflexionando sobre las bendiciones que habían recibido ese día. Aunque no tenían mucho, se dieron cuenta de que tenían todo lo que necesitaban: amor, familia y bondad.

A pesar de su pobreza, la familia García demostró que el verdadero espíritu de la Navidad no se trata de regalos o riquezas materiales, sino de amor, bondad y gratitud. Y esa es la verdadera riqueza que no se puede medir con dinero.

Por Fran Marquez