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EL GRANJERO

RELATO CORTO

En un pequeño pueblo situado en el sur de Francia, vivía un hombre llamado Felipe. Había llegado desde pequeño en compañía de sus padres, escapando de la guerra civil de España, Era un trabajador humilde, que se ganaba la vida como jornalero en los campos de los alrededores. A pesar de su trabajo duro, apenas ganaba lo suficiente para mantener a su familia.
 

Felipe tenía una esposa amorosa, Ana, y tres hijos pequeños. Aunque la vida era dura y los tiempos eran difíciles, la familia siempre se mantenía unida. Ana cuidaba de los niños y mantenía la casa, mientras que Felipe trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer.

A pesar de sus circunstancias, Pedro nunca perdió la esperanza. Soñaba con un futuro mejor para sus hijos. Quería que tuvieran la educación que él nunca tuvo, que tuvieran la oportunidad de salir de la pobreza.

Un día Felipe tuvo que viajar a la ciudad más cercana del pueblo, encontró un viejo libro en el mercado. Aunque estaba desgastado y las páginas estaban amarillentas, Felipe lo compró con las pocas monedas que tenía. Cada noche, después de un largo día de trabajo, Pedro leía el libro a sus hijos. Les enseñaba sobre el mundo más allá de su pequeño pueblo, sobre la importancia de la educación y el conocimiento.

Con el tiempo, los hijos de Felipe comenzaron a soñar también. Soñaban con convertirse en médicos, profesores y científicos. Aunque la vida era dura, estos sueños les daban esperanza.

Felipe sabía que el camino sería difícil. Pero también sabía que el amor por su familia y la esperanza en un futuro mejor eran más fuertes que cualquier adversidad. Y así, a pesar de la pobreza y las dificultades, Felipe y su familia continuaron luchando, soñando y esperando.

Un día, mientras trabajaba en el campo, Felipe encontró algo inusual. Era una pequeña bolsa de cuero, dentro de ella había diferentes joyas, no podía creer lo que estaba viendo. Pensó que la suerte le sonreía.

Con la venta de las joyas, Felipe pudo enviar a sus hijos a la escuela. También pudo comprar una pequeña parcela de tierra y comenzar su propia granja. La vida de la familia cambió drásticamente. Aunque todavía trabajaban duro.

Un día, un hombre del pueblo vecino de Felipe. Dijo que había perdido una bolsa de cuero unas semanas atrás mientras se dirigía a la ciudad en su caballo y que había oído que Felipe la había encontrado. Felipe, siendo un hombre honesto, admitió que había encontrado esa bolsa, pero que había vendido las joyas que contenía.

El hombre que tenía más de lo que necesitaba, conmovido por la honestidad de Felipe, decidió recompensarlo. Le ofreció la posibilidad de devolverle el dinero que había sacado con la venta de sus joyas a comodos plazos y le ofreció gran empresa para comprarle el cultivo que cosechara en sus tierras. Felipe, agradecido, aceptó la oferta.

Pero la vida tiene una forma curiosa de dar vueltas. Un día, la gran empresa que le compraba a Felipe, su cosecha quebró. El hombre rico perdió todo su dinero y Felipe se quedó sin esos ingresos que tanto necesitaba. Una vez más, se encontró luchando para alimentar a su familia.
 

Pero Felipe no se rindió. Recordó las lecciones que había aprendido de su viejo libro y decidió ponerlas en práctica. Adquirió una parcela colindante a la suya de tres hectáreas para diferentes cultivos, parcela que concertó en pagarla al año de su adquisición y si no cumplía el trato lo perdía todo, trabajando desde el amanecer hasta el anochecer para producir suficiente comida para su familia y para incrementar más sus ventas.

Felipe consiguió hablar con un almacén de frutas y verduras que estaba en la ciudad, llegaron al acuerdo que el almacén se encargaría de recoger las cajas en la granja de Felipe a cambio este almacén pagaría todo a un precio más bajo de lo normal.

Con el tiempo, la granja de Felipe comenzó a prosperar. Vendía sus productos en el mercado local y pronto ganó una reputación por la calidad de sus productos. A pesar de los desafíos, Pedro y su familia lograron sobrevivir.

Y así, la historia de Pedro nos enseña una valiosa lección. Nos muestra que, no importa cuán difíciles sean las circunstancias, siempre hay esperanza. Nos enseña que el amor, la determinación y el trabajo duro pueden superar cualquier adversidad. Y nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz al final del túnel.

                                                                                                    Por Fran Marquez

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